Buscándote.-

Estaba totalmente frustrado aquel día. Luego de que el Viernes había pasado todo el día con Angie, y de que el Sábado y Domingo la había visitado por un rato... había llegado el Lunes y debía admitir que estaba ilusionado por volver a verla, pero me había llevado una desagradable sorpresa cuando volvió a actuar con total indiferencia. Yo entendía que tuvieramos que disimular, pero una cosa era disimular y otra muy diferente que me ignorará por completo! >.< Quería hablar con ella, y la había buscado por todas partes pero nadie podría decirme donde se encontraba, por lo que fui al último lugar que me faltaba por revisar. -¡Angie!- más que nada grite por frustración al no verla desde el primer instante en el que abrí la puerta.

Estaba por sonreír al verla, pero ante su enfado, fruncí el ceño levemente. -De seguro vengo a recibir clases extras.- a pesar de que ambos estabamos enfadados, yo siempre buscaba la forma de hacerla sonreír, aunque aquella vez no había funcionado. -Te estaba buscando, llevo todo el día haciéndolo, puesto que huyes cada que intento hablar contigo.-

-Se suponen muchas cosas y por lo visto todas son equívocadas.- más que obvio que aquello lo decía por ella. -Pues primeramente, quiero saber el porque de tú actitud.- me crucé de brazos, mirándola curiosamente; es que no podía mantener mi expresión de enfado por mucho rato cuando estaba cerca de ella.

Puse los ojos en blanco y la seguí sin decir una sola palabra. Cuando llegamos al mueble donde estaba la cafetera, antes de que ella la tomará, yo tome su brazo por la muñeca y la traje hacía mí para besarla.

-¡Esa actitud!- dije triunfante. -Según tú, ibamos a disimular frente a los demás, aquí no hay nadie e igual me sales con estás cosas.- volví a cruzarme de brazos. -Y realmente quiero saber que sucedió de ayer a hoy para que cambiarás de actitud ante lo nuestro.-

-¡Con un demonio, Angie! Si esto te va a pasar cada que te deje sola, voy a estar contigo todo el tiempo.- es que me frustraba a sobremanera porque habíamos pasado un fin de semana increíble y de nuevo todo se iba a la basura. -¡¿Por qué es un error? ¿Por qué esta mal?! ¡Es algo que los dos queremos!- intentaba no levantar la voz por si alguien pasaba y nos escuchaba, pero me era difícil controlarme.

Reí sin ganas, negando por la cabeza. -¿Y? A ver, ¿Por qué no piensas en eso cuando te estoy besando o cuando te estoy tocando?- di un paso hacía ella, sin importarme esa expresión de enfado que tenía... igualmente se veía hermosa para mí. -¿Por qué no piensas en eso cuando mis manos estan totalmente dedicadas a tus pechos o cuando mi lengua te esta enloqueciendo?-

-¡Mierda Angie, te amo! ¿Por qué carajos dejas que tú conciencia domine a lo que estoy logrando hacerte sentir?- la mire con enfado y frustración. Es que si deseaba bastante estar con ella, pero convencerla cada día de que debíamos estar juntos, era algo cansado.

-¡Pero tú me quieres!- dije con total seguridad, aparte de que me lo había dicho, me lo demostraba cada que estabamos juntos. -¿¡Realmente vas a mandar todo a la basura por tu condenada conciencia!?- eran verdaderamente desesperantes esos momentos de moral que le daban, puesto que yo no la presionaba ni nada por el estilo.

Ya estaba a nada de mandarlo todo al demonio, tal como ella lo estaba haciendo, pero cuando se lanzó sobre mí, en el mismo instante que sus labios tocaron los míos, mis manos se aferraron a su cadera, a la vez que la hacía retroceder hasta chocar con la pared mientras correspondía su beso con desesperación y de forma apasionada.

Estaba por decir algo cuando volvió a besarme, por lo que sonreí sobre sus labios. -Deja... de... pensar... Angie.- no la deje apartarse cuando lo intento, ya que había subido una mano hasta su cabeza para atraerla hacía mí y continuar con ese beso, profundizándolo más y más.

Esa mujer no dejaba de sorprenderme, y nunca dejaría de hacerlo, por lo que lograba ver cada segundo que pasaba a su lado. Mientras ella se dedicaba a mi cuello, yo jugueteaba con su cabello, pero despuñes hice que alzará su cabeza para intercambiar lugares y ahora ser yo quien besará su cuello, ansiosamente.

-¡Mierda, Angie!- di un paso hacía atrás, mirándola con frustración. -¡Tienes las razones suficientes como para que sigamos con esto! ¡Te gusto y me quieres! ¿Qué más quieres?-