A Romantic Picnic

-¿Aquí y ahora?-
Alcé una ceja sin apartarme de ella.
Es que cada que le daba un masaje, tenía que quitarle la ropa para poder hacerlo bien, ya que terminaba estorbando siempre ante las caricias que le empezaba a hacer.

Hice un gesto de sorpresa y a la vez suplicante, pero ella no se percato de eso, porque se estaba acomodando.
Suspire profundamente y me puse a horcajadas sobre ella, justo a la altura de su trasero mientras bajaba el cierre del vestido, bajando los tirantes un poco para que sus hombros quedarán libres.
Acaricie su espalda con la punta de mis dedos y cuando mis manos llegaron a su cuello, apoye mis pulgares en el, comenzando a masajear con suavidad.

-Claro que se nota, hermosa.-
Por eso mismo hacía caricias suaves, pero imprimiendo una fuerza necesaria para que sus músculos comenzarán a relajarse.
-Pero cuando terminemos, no te dolerá absolutamente nada.-
No solamente acariciaba con mis pulgares, ya que el resto de mis dedos también había hecho contacto y acariciaban el costado de su cuello con suavidad.

Reí ligeramente y aparte mis manos de su cuello, deslizándolas por sus hombros.
Cada uno lo masajee con una mano, acariciando con mis pulgares donde sentía más tensos sus músculos.
Tenía mis labios apretados, controlando el hecho de besar su piel, pues cada que le daba un masaje, terminaba reemplazando mis manos por mis labios y era algo que tenía que controlar en ese momento.

Cerré los ojos con fuerza y mordí mi labio inferior del mismo modo.
¡¿Acaso lo hacía apróposito?! Es que me iba a volver completamente loco, eso era algo totalmente seguro.
Intenté pensar en otras cosas para distraerme mientras mis manos subían y bajaban por su espalda, haciendo una firme presión contra su piel.

Sonreí débilmente... es que realmente no tenía ni una pequeña idea de lo que estaba causando con esos gemidos que estaba soltando.
Aparte su cabello, ya que debido a un movimiento que había hecho, había caído sobre su espalda y mientras hacía eso, me levanté un poco, para que solo mis manos tuvieran contacto con su cuerpo, pues si seguía así, iba a empezar a reaccionar una parte de mi cuerpo. Si parecía adolescente que reaccionaba con cualquier cosa, tratándose de ella.

Mire donde me señalaba y pase saliva como si aquello fuera algo complicado... y en parte lo era.
Suspire profundamente y, aguantando el aire, apoye mis manos a la altura de su cadera, comenzando a masajear por el costado de su cuerpo para después deslizar mis manos hacía el centro, pero sin moverme de esa altura.

-Prefiero que me des besos a cambio, ¿te parece?-
Intenté que mi voz sonará de lo más normal, a pesar de que había hablado entre dientes.
Aparte a mí me encantaba hacerle masaje... no me quejaba de cuando ella me hacía, pues sentir sus manos era algo fabuloso, pero si en ese momento lo hacía, mi control se iría al demonio.

Levanté la mirada al sentirme observado, ya que la tenía fija en mis manos, y cuando nuestras miradas se encontraron, le sonreí.
-Besos en los que me demuestres cuanto me amas.-
Mire sus labios y sin pensar en lo que hacía, me incline para besarla con ternura por unos breves segundos para después incorporarme y seguir con el masaje.

Volví a mirarla y detuve mis caricias.
-Yo también te amo, Yvaine.-
Llevé una de mis manos a su rostro y acaricie su mejilla con la punta de mis dedos, de forma suave.
Sonreí de forma enamorada y volví a inclinarme para besarla, solo que esta vez no me aparte rápido como la vez anterior; me mantuve ahí, haciendo que nuestros labios se acariciarán una y otra vez.

Fue mi turno de gemir suavemente cuando profundizo la intensidad de ese beso.
Apoye una de mis manos a lado de su cuerpo y la otra en su espalda, atrayéndola un poco más a mí.
Cuando me permitió deslizar mi lengua dentro de su boca, volví a gemir y despacio comencé a recorrer su boca con ella, llegando a rozar un y otra vez, su lengua con la mía.

Correspondí su sonrisa y apoye mi frente contra la suya.
-Me queda claro... pero no me voy a quejar si me lo dices y me lo demuestras más veces.-
Deslice mis manos por su espalda, para abrazarla y pegarla a mi cuerpo mientras apoyaba mi cabeza contra la suya, quedando en una posición tierna y a la vez protectora.
-Te amo mi amor, más que a mi vida.-

Tantee en la parte baja de su espalda, buscando el cierre del vestido y cuando lo encontre, lo subí lentamente mientras acariciaba su espalda con la otra mano.
-¿Sirvio el masaje? ¿O tendré que darte más sesiones?-
Reí suavemente, moviéndome un poco para mirar su rostro.