Living.-

Cuando las clases terminaron, salí corriendo sin despedirme siquiera de mis amigos y pase a una tienda antes de llegar al departamento de Angie. Cuando estuve frente a la puerta, me mire en una de las ventanas para arreglar mi cabello un poco y luego suspire profundamente. Me sentía totalmente nervioso, y me sentía estúpido por lo mismo, puesto que no era la primera vez que estaba con Angie, así que no le veía sentido a ese nerviosismo, así que intentando ignorarlo, toque la puerta con seguridad, pero en ese momento, volvieron los nervios.

Mordisqueaba mi labio inferior con nerviosismo, pero cuando la mire, todo eso desaparecio de golpe, siendo reemplazado por otras sensaciones. Estuve a nada de lanzarme a ella para besarla, pero al recordar lo que llevaba en la mano, me controle. -Para la mujer más guapa del mundo.- dije con una sonrisa y estire mi mano derecha hacía ella para entregarle un par de rosas; una de color blanco y la otra roja.

-No es molestía.- negué con la cabeza y con mi mano libre me quite la mochila para dejarla a lado de la puerta. -Lo que hago por ti, es todo, menos una molestía o algún deber.- "Para que te des cuenta de que no todos son como el idiota de tu ex-novio", aunque eso no era necesario dejarselo en claro. -A excepción de la tarea, claro.- reí suavemente.

-Sí me gustará hacerlas, no sería un adolescente normal.- dije divertido y cuando se acerco a mí, pase mis brazos por su cintura y sonreí. -Yo también te extrañe... me pase mirando todo el día, el maldito reloj y hasta pensaba que fallaba la pila, porque avanzaba muy lento.- me acerque a ella y cerré los ojos antes de que nuestros labios se tocarán, y al hacerlo, solté un suspiro de satisfacción.

-Y ahora que estoy aquí... ¿Qué vas a hacer conmigo?- sonreí ligeramente, mirando a los ojos, pero luego volví a besarla, como si no lo hubiera hecho en siglos.

Negué con la cabeza. -Por ahora no tengo hambre... a menos que hablemos de otro tipo de hambre, pero si es sobre alimentos, entonces comeremos después.- reí sobre sus labios y me deje caer sobre uno de los sillones, llevándola conmigo. -Aparte pase muuuchaaas horas sin besarte, tengo que recuperar el tiempo perdido.- deslice mis dedos entre su cabello para seguir besándola con pasión.

-Y tú a mí, Angie... me tienes completamente embobado por ti.- tenía los ojos cerrados, disfrutando por completo y como nunca sus besos mientras yo acariciaba desde sus hombros hasta sus codos.

Sonreí bobamente. -No tienes porque agradecer eso... yo tengo que agradecerte por dejarme hacerte feliz.- dije en voz baja. Había apoyado mis manos en su cintura y sentía un sin fin de sensaciones indescriptibles en ese momento, todo gracias a ella. -Jamás hubiera imaginado que sería tan perfecto estar contigo... es decir, siempre imagine que estar contigo sería algo maravilloso, pero eso se queda corto, es sencillamente perfecto.-

-Estoy contigo, Angie... es lo que siempre desee.- sonreí suavemente y asentí con la cabeza del mismo modo. -Aparte si alguien supiera que estoy contigo, mis amigos querrían que te convenciera de estoy aquello respecto a la escuela; ya sabes lo idiotas que llegan a ser a veces.- me encogí de hombros. -Yo veo más allá de la maestra y es lo que quiero.-

-Lo sé.- moví mi rostro, en una actitud orgullosa y reí ante su expresión, por lo que le di un beso tierno. -Pero cuando salga del colegio, ¿Me dejarás gritarlo a los cuatro vientos?- la mire con expresión suave. -Es que quiero que todos sepan lo afortunado que soy porque hayas querido estar conmigo.-

-Pero tampoco lo gritaré tan a los cuatro vientos, ya sabes... mis amigos nada más.- es que yo sabía que le gustaba enseñar en ese lugar, y no quería que lo dejará por el hecho de que lo nuestro saliera a la luz.

Tenía una expresión de preocupación, que desaparecio al escucharla, siendo reemplazada por una gran sonrisa. -Siempre voy a estar contigo, Angie...- tome su rostro con mis manos, atrayéndola hacía el mío para besarla. -Siempre... por siempre.-